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jueves, 28 de enero de 2016

CNU: investigan la desaparición del nieto de una testigo

La Cámara de Casación hizo lugar a un habeas corpus efectuado por el abogado de la familia de Mirta Masid, quien prestó un testimonio clave en el juicio. Buscan a Dante Garbini, quien fue visto por última vez hace un mes en Mendoza.

Pese a que no existe aún “certeza alguna de que la desaparición (de Dante Garbini) esté relacionada” con la declaración de Mirta Masid –testigo clave en el juicio contra integrantes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU)- la Cámara de Casación resolvió aceptar el habeas corpus presentado por la familia, en el que pidieron que se investigue la situación como una “desaparición forzada”. El joven de 21 años, nieto de la testigo contra la CNU, fue visto por última vez hace un mes en Mendoza.

Ante esta situación, la ONG En Red convoca a una concentración este domingo a las 19 frente a la Catedral, en la que se expondrá la situación y se pedirá celeridad para dar con el paradero del joven. Esto, mientras la Justicia Federal investiga si existe o no un vínculo entre la ausencia de Garbini y el hecho de que su abuela haya brindado un testimonio clave en el juicio por delitos de lesa humanidad.

“Sin certeza alguna de que la desaparición esté relacionada con la participación en dicho juicio de Mirta Masid, y sea cual fuere el motivo de esta desaparición, consideramos un deber expresarnos por el derecho a la vida y la exigencia de garantías que requiere el cumplimiento de ese derecho por parte de los organismos gubernamentales y judiciales”, explicaron desde En Red.
En ese sentido, la ONG repudió “este nuevo atropello contra la vida de un joven en nuestro país”. Por eso, decidieron convocar a la movilización que llevará como consigna “Aparición con vida de Dante Garbini ya”. “Solicitamos la participación en la marcha con esa única consigna y la inclusión del nombre de la organización en sus pancartas o banderas”, pidieron desde En Red.

 LA PRESENTACIÓN JUDICIAL 
En cuanto a la investigación, y según publicó Infojus Noticias, la causa judicial que motoriza la búsqueda pasó a la Justicia Federal a pedido de la familia de Dante, que denunció la posible “desaparición forzada” del joven. Uno de los elementos que sustenta este pedido es que Mirta Masid, fue una de las testigos en el juicio y otro aspecto que se consideró para autorizar el cambio de fuero es que Dante fue obligado a irse de una fiesta en la que participaba por la madrugada y la policía provincial era parte de la seguridad del evento.

“El fallo de la Cámara que habilita la competencia federal es histórico. Hasta ahora, en los casos de desapariciones en democracia, no se había dado algo así”, contó a el abogado de la familia, Pablo Salinas, quien además presentó una denuncia por el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Paralelamente, el Ministerio de Seguridad ofreció una recompensa de $20 mil para aquellos que pudieran aportar datos sobre el paradero del joven. Para otorgar cualquier información, se puso a disposición el 0800-555-5065 de forma anónima o el Facebook “Buscando a Dante Garbini Potrerillos 2015”.

LOS ÚLTIMOS RASTROS DE DANTE
Dante -por su profesión- vivía en el campamento base, en la montaña. Ahí, en el kilómetro 55 de la ruta 7, los turistas suelen contratar el servicio de rafting. En ese mismo lugar, Potrerillos, la noche del 19 de diciembre, se realizó la Moon Fest (Fiesta de la luna.) Esa madrugada, alrededor de las cuatro, Dante fue echado del lugar. Todas sus pertenencias quedaron en el campamento y, por eso, el joven partió a la casa de Antonio Cepeda, también guía, a pedirle dinero para viajar en micro hasta la localidad de Vistalba, donde vive su madre. Fue la última vez que alguien lo vio.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Quedaron en libertad cinco integrantes de la Triple A

Se trata de Jorge Héctor Conti, periodista y yerno del ex ministro de Bienestar Social, “El Brujo” José López Rega; Carlos Alejandro Villone, ex secretario privado de López Rega; y Julio José Yessi, ex jefe de la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA). Rubén Pascuzzi, Norberto Cozzani, un feroz torturador que durante la dictadura actuó bajo las órdenes de Ramón Camps, jefe de la Policía Bonaerense.
Por: Gloria Pagés
Todos ellos, salvo Cozzani condenado por crímenes de lesa humanidad, esperarán en libertad el momento del juicio. Esta decisión de los camaristas, pocas veces vista cuando se trata de jóvenes humildes que esperan años en prisión una sentencia, es un claro mensaje de impunidad.

La jueza de la causa, María Servini de Cubría, resolvió una prórroga de cuatro meses de prisión preventiva que fue denegada por la Cámara Federal, integrada por los camaristas subrogantes Luis Bunge Campos, Julio Lucini y Mariano Scotto quiénes le otorgaron el beneficio de la libertad condicional. Éstos argumentaron que los detenidos, todos ellos de más de 70 años y varios con arresto domiciliario, ya habían superado el plazo de tres años de prisión preventiva sin que se hubiera dictado sentencia, cumpliéndose así los “los dos tercios de la pena requerida” para el delito que se les imputa, asociación ilícita, que tiene una pena máxima de cinco años, según el viejo Código Procesal Penal, que es el que antiguo que rige en esta causa.

Esta misma Sala de Casación ya había dictado la falta de mérito y liberado a otros tres acusados originalmente, Carlos Jorge Duarte, Raúl Ricardo Arias y Rodolfo Alberto Roballos.
La Triple A fue la principal de las bandas parapoliciales de ultraderecha que utilizó el gobierno peronista para acallar a la vanguardia obrera y estudiantil de origen tanto peronista, como de izquierda y clasista. Se estima que entre 1500 y 2000 luchadores fueron asesinados por los sicarios de López Rega. Muchos de ellos luego se reciclaron como parte de la dictadura del 76 y en su mayoría están impunes. La reciente sedición de la Cámara abona esta tendencia.

La causa judicial contra los integrantes este grupo fascista, se inició en 1975 a partir de una denuncia del abogado Miguel Radrizani Goñi. Cuando muere López Rega, en 1989, se cierra y vuelve a abrirse en 2007 por orden del juez Oyarbide que reclama la extradición de España, de uno de los principales integrantes de la banda, Fernando Almirón, también hoy fallecido, autor directo del asesinato del cura tercermundista Carlos Mujica. Otro de los fallecidos, que debían juzgarse en esta causa, es Juan Ramón Morales, custodio de López Rega.

En este caso, como en muchísimas causas de lesa humanidad, el tiempo y la justicia corren a favor de los asesinos de la vanguardia obrera y estudiantil de los 70.

martes, 9 de junio de 2015

Amenazaron a testigo de la Triple A

Alberto Rodríguez, testigo directo de crímenes cometidos por la banda de la Triple A bahiense y querellante en la causa judicial, fue amenazado por un hombre pasadas las 20 de ayer. Acompañado por el abogado Daniel Fortunato, denunció los hechos ante el fiscal general Alejandro Cantaro. En las próximas horas comenzará la investigación pertinente.

Rodríguez fue testigo del asesinato del estudiante David “Watu” Cilleruelo ocurrido el 3 de abril de 1975 en los pasillos del ala de Ingeniería de la Universidad Nacional del Sur. Brindó su testimonio e impulsó la investigación contra integrantes de las patotas de la Alianza Anticomunista Argentina que en Bahía Blanca eran conducidas por el jefe de la CGT y diputado nacional, Rodolfo Ponce, y el interventor de la UNS, Remus Tetu.

Si bien ambos represores fallecieron impunes, a principios de abril los fiscales José Nebbia y Miguel Ángel Palazzani requirieron el inicio de la acción penal contra varios integrantes de sus bandas. Luego de reiteradas quejas del Ministerio Público, el juez subrogante Santiago Ulpiano Martínez ordenó detenciones. Hasta el momento fueron capturados Miguel Ángel Chisu en Trelew y Raúl Roberto Aceituno en Ing. White.

Tras participar en representación de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre de la reunión de la Mesa de Diálogo convocada por la Procuraduría de Crímenes de Lesa Humanidad, Alberto Rodríguez dijo esta semana en FM De la Calle que respecto a la causa Triple A “el punto es si se quiere avanzar, Oyarbide lo utilizó como un método de apriete para tener una carpeta más con la cual sostenerse, avanzó en una detención y después no hizo nunca más nada. Pretenden que cada uno de los hechos cometidos, de los 24 en Bahía Blanca muertos por la Triple A, se haga un juicio único que es lo que pretendemos nosotros, no que tengamos que ir por cada asesinato y encontrar a los testigos del momento en que apretaba el gatillo y mataba a cada uno de los compañeros”.

“Lo que pedimos es: hay un listado, hay testigos de quienes operaron como la Triple A en Bahía Blanca, quiénes fueron los que participaron en hechos violentos y esa gente tiene que ir a juicio pese a que algunos ya empiezan a morir como el ‘Oso’ Chisu o Rodolfo Ponce. Pero que otros siguen caminando por las calles de Bahía o dictando clases en la Universidad”.

El testigo amenazado también denunció los supuestos vínculos del camarista federal Néstor Luis Montezanti con la Triple A. Fue en una sesión del Consejo Superior Universitario de la UNS donde se discutían asuntos vinculados a la actividad académica del abogado y ex Personal Civil de Inteligencia de la dictadura.

Aquel episodio le valió a Rodríguez ser querellado por Montezanti en 2008. Si bien el fallo fue parcialmente adverso para el militante popular, permitió que el juez correccional José Luis Ares probara que el actual camarista había estado presente, junto a un grupo de hombres armados, durante la toma de la UTN en 1974. Además, acreditó “suficientemente la pertenencia de Jorge Argibay y su grupo de matones a la tristemente célebre Triple A”.

viernes, 4 de julio de 2014

Un ex torturador de la Triple A fue detenido en Brasil: Salvador Siciliano estaba prófugo desde mayo

Salvador Siciliano, un ex torturador ligado a la Triple A, que estaba prófugo de la justicia desde mayo pasado, fue detenido ayer en Brasil a pedido del juez federal Norberto Oyarbide, quien lo investiga por diversos delitos de lesa humanidad presuntamente cometidos en en los años '70, antes del inicio de la última dictadura cívico-militar.
 
Tiempo Argentino

Siciliano fue capturado a través de un operativo conjunto de las filiales de Interpol de Argentina y el país vecino. Estaba en su casa de Arujá, localidad distante a media hora de la ciudad de San Pablo. Tenía sus documentos verdaderos y no opuso resistencia. Estaba junto a su esposa y sus hijos.
Siciliano tenía pedido de captura internacional en la causa 1075/2006, que sustancia Oyarbide. Se le imputan los delitos de asociación ilítica, homicidio, privación ilegal de libertad y lesiones, todos enmarcados en acciones de la Triple A, que lideraba José López Rega, referente de la derecha peronista y ministro de Bienestar Social en las presidencias de Juan Perón y María Estela "Isabelita" Martínez de Perón.

Según el diario digital brasileño Jornal do Brasil, a pesar de que a Siciliano se le atribuye la muerte de por lo menos tres personas, la justicia recién emitió la orden de captura en mayo porque "las investigaciones sobre las acciones de los grupos de exterminio avanzan con dificultad".
Álvarez señaló a ese medio que "al haber muchos casos (de delitos de lesa humanidad) bajo investigación, se dificulta la identificaçión de los acusados".
A partir de la detención de Siciliano, el gobierno argentino tiene 90 días para formalizar el pedido de extradición, que será analizado por el Supremo Tribunal Federal brasileño, que hace las veces de la Corte Suprema de Justicia local.

MUGICA. El 24 de junio pasado hubo otro novedad vinculada a la Triple A. Oyarbide dictó el procesamiento de Carlos Villones, el secretario privado de López Rega por el asesinato del cura Carlos Mugica, realizado por esa organización paraestatal el 11 de mayo de 1974. «

lunes, 23 de junio de 2014

El exsecretario privado de López Rega, procesado por el crimen de Mugica

Carlos Villone, quien se encuentra detenido y a las puertas de otro juicio en el marco de la causa que investiga la "asociación ilí­cita" de la Triple A, creada por el fallecido ministro de Bienestar Social, José López Rega, fue procesado ahora con prisión preventiva por el asesinato del sacerdote Carlos Mugica, ocurrido en 1974, atribuido a aquel grupo parapolicial.

El juez federal Norberto Oyarbide procesó a Villone como "autor" de los asesinatos del "cura obrero" y del militante de izquierda Carlos Llerena Rosas, cometido en el mismo año, hecho por el cual también fue procesado el periodista Jorge Conti, responsable de prensa del Ministerio de Bienestar Social y yerno de López Rega.

Tanto Conti como Villone ya están detenidos en el marco de la causa de la Triple A, junto con otros tres acusados, quienes serán sometidos a juicio con el "código viejo", es decir, en un proceso escrito y ante un solo magistrado, María Servini de Cubrí­a.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Los guardianes de Mugica

El 11 de mayo de 1974, la Triple A asesinó Carlos Mugica. El cura fue sorprendido a la salida de la parroquia de San Francisco Solano. Recibió 14 impactos de bala. Su amigo Ricardo Capelli, que estaba con él, recibió cuatro. Ambos fueron trasladados al Hospital Salaberry. Allí fueron operados por el cirujano Marcelo Larcade. Capelli y Larcade nunca más se vieron. Hoy, 40 años más tarde, se reencontraron en la redacción de Tiempo Argentino

Por: María Sucarrat

Ricardo Capelli: –¡Qué lindo verte! ¡Qué lindo verte! Un cacho de este cuerpo que me quedó ¡te lo debo a vos!
Marcelo Larcade: –Para mí, este encuentro es inimaginable.

Los que hablan son paciente y médico. Un baleado por  la Triple A, el 11 de mayo de 1974, y el jefe de guardia del Hospital Salaberry, donde fue trasladado. Carlos Mugica, el sacerdote, debería haber estado en el encuentro pero murió en el quirófano. Marcelo Larcade anunció su deceso después de pelear contra un cuerpo con 14 orificios de bala. Ricardo Capelli se salvó. Tenía cuatro disparos y mucha suerte porque una de las balas le pasó por la curva que pega la aorta cuando sale del corazón. 

Cuarenta años más tarde de esa tarde, en la redacción de Tiempo Argentino se vuelven a ver. En realidad, el único que vuelve a ver es Larcade, porque Capelli casi no se acuerda de él. El shock se ocupó de permitirle recordar sólo lo soportable. Y a lo largo de la tarde, se encontrará con sorpresas que lo emocionarán. Larcade le contará cómo lo operó, le dirá que Mugica pidió que no lo tocaran a él hasta que no lo operaran a su amigo, dirá algo inédito: que el quirófano, mientras operaba a Mugica, estaba ocupado por unas 300 personas, entre policías uniformados y de civil, que esperaban la confirmación de la muerte. Los dos contrastarán certezas, hipótesis, entre risas y lágrimas. Y se abrazarán fuerte, se prometerán verse a menudo.

ML: –Un día en Mataderos era tres veces peor. Era un hospital de guerra. Venían apuñalados de todas partes. Y en esa época se peleaba a cuchillo. No es chiste.
RC: –Yo no sé lo que duele el cuchillo, pero la bala duele mucho. Es terrible.
ML: –Tiene una capacidad de destrucción inimaginable.
RC: –Hubo balas que a Carlos le dieron vuelta por todos lados.
ML: –Sí, hasta el páncreas le agarró. Después de leer la autopsia, a la que accedí hace unos pocos días, respiré hondo y me dije: "Se murió porque se tenía que morir."
RC: –De todas maneras, qué compromiso el tuyo. Operar con el quirófano lleno de matones. Yo no salí del pasillo. Lo que vos me hiciste a mí me lo habrás hecho en el pasillo.
ML: –En el consultorio de la guardia. Ahí estaban los dos. Te puse anestesia local. ¿De qué lado había sido?
RC: –Izquierdo.
ML: –Te puse un tubo de drenaje y con eso se descomprimió el hemotórax que tenías. Vos tuviste una conexión para el Rawson.
RC: –Sí. Vino un amigo mío médico a ver qué pasaba y habló con un colega tuyo y le dijo: "No, no te preocupes. Eso cierra solo." Entonces mi amigo entró a llamar por teléfono a otros cinco y entre todos me robaron. Me metieron en una chata. Yo me desperté ahí y vi una prima mía que estaba sosteniendo un suero que ahora supongo que me lo pusiste vos.
ML: –Sí. Aparte tenías un tubo en el tórax que iba a un recipiente que en esa época era de vidrio, con un drenaje bajo agua que permitía que saliera aire del tórax pero que no entrara.
RC: –¿Y a vos te dejaron trabajar conmigo?
ML: –Con vos sí.
RC: –Porque calculá que yo era también boleta. A mí me sacaron al Rawson a los tres días después de que vino el yerno del Brujo, Jorge Conti, a verme. Me dijo: "Ricardo, ¿viste lo que le pasó a Carlitos?" Y así yo me entero de que Carlos había muerto. A mí me lo estaban escondiendo. "Mirá –me dijo–, yo vengo de parte de don Pepe para lo que necesites." Don Pepe era López Rega.
ML: –¡Uy, la puta madre!
RC: –Entonces yo le dije a mis amigos: "Sáquenme de acá." Y así todo entubado como estaba, rodeado de canas, me sacaron.
ML: –El quirófano, cuando lo operé a Mugica, estaba lleno de canas. Habría 300 personas adentro mientras operaba.
RC: –¡¿Esperando que se muriera Carlos?!
ML: –Sí. Esperando la certificación.
RC: –Una vez que se murió, ¿se fueron?
ML: –Sí. Hubo como una especie de desbande y luego salieron. El objetivo estaba cumplido. Era la certificación
RC: –¡Qué hijos de puta!
ML: –Había policías y también mucha gente de civil. Es decir, de esa gente que uno en esa época no paraba por la calle para preguntarle cualquier cosa.
RC: –Yo sólo alcancé a ver al padre de Carlos y a mi hermano.
ML: –Yo hablé con el padre de Carlos, Adolfo Mugica. Un señor bajito, muy elegante, con un sobretodo con el cuello levantado y la solapa de terciopelo, y un sombrero que si no era un bombín, era parecido.
RC: –Adolfo era del Partido Conservador. Y como toda familia partricia, ellos querían tener un hijo cura o un hijo militar, en lo posible en la marina. Se les cumplió lo del hijo cura, pero les salió "fallado". Como yo no recordaba qué pasó después, siempre me quedé pensando, Marcelo, cómo habría sido la atención de Carlos. Yo no sabía. No llegué a saber quién fue que operó. Vos me viste a mí, pero eso que viví ahí no recuerdo.
ML: –Para todos esa noche fue siniestra y espantosa. Inimaginable, a pesar de que en ese momento pasaba de todo.
RC: –Yo nunca pensé que se iban a animar.
ML: –Pero se animaron.
RC: –Lo que pasa es que cuando sabés quiénes son te das cuenta.
ML: –¿Cómo no se iban a animar? Si tenían todo para eso y mucho más.
ML: –Yo los veía en Bienestar Social, pero siempre creí que era la custodia del Brujo. No sabía entonces que era la Triple A. Ellos mataban por las dudas, también.
RC: –Si había error en exceso no pasaba nada.
ML: –Mi esposa tiene un hermano detenido desaparecido. Tuve muchos meses gente caminando por la cuadra de mi casa, esperándolo.
RC: –Ellos también mataban donde había guita. Mataban y se llevaban la plata. ¡Había inmobiliarias! Una vez llegué al despacho de Jorge Conti, que estaba con un tal Roque Escobar, y un tal Martínez, de Mendoza. Los tres miraban un plano enorme. Yo trabajaba en la Bolsa de Cereales entonces. Y me decían; "Vos Ricardito, que estás en cereales, agarrate una parte de esto." Era un plano de Camet. Habían liquidado a todos y se quedaban con sus campos. ¿Sabés que no tengo título para eso? No sé cómo llamar a esa gente. Así como pasó con las Chacras de Coria, con Massera. ¡Se repartieron todo! Después, en el '78 me chuparon. Y, Marcelo, ¿qué te dice tu familia de que te encontraste conmigo después de tanto tiempo?
ML: –Ellos están muy contentos. Mi familia es muy linda. Vivo con mi esposa desde hace 48 años. Tenemos cinco hijos y 12 nietos. Mi mujer me llamó hace un rato para ver cómo estaba.
RC: –¿Y por qué se te dio por aparecer ahora?
ML: –Yo estuve repasando la historia. En muchas oportunidades fui a los homenajes que se le hicieron a Carlos Mugica, pero parece que nunca estuve en el lugar y el momento adecuados. 
RC: –Yo aparecí en el '89. Estuve 25 años autoexcluido. Hasta el '83 estuve amenazado, controlado. Me llamaban a mi casa: "Capelli, te vas a morir."
ML: –¿Y del Rawson a dónde fuiste?
RC: –A la casa de mi vieja. Pensé que ahí no me iban a encontrar. Una vez fui a Alpi, en la calle Echeverría. Ahí hacía la rehabilitación de la mano. Cuando volvía a mi casa, vi un revuelo de gente. Resulta que debajo de la ventana que daba a la calle, de la habitación en la que dormía, habían dejado una corona con mi nombre. Tenía una bomba. Una vecina me dijo: "Rajá." Así eran las cosas. Mirá, yo tengo acá una marca que es de bala.

Aunque Marcelo Larcade se acaba de jubilar, tiene ojos y dedos de cirujano intrépido. Capelli se abre la camisa y le muestra la zona de la clavícula. Larcade pone el dedo índice en su piel y es preciso.

ML: –Acá está. Esta es la marca. Por acá entró la bala. Ahí, al lado de esa marca está el cayado de la aorta, es una arteria de buen calibre que pega una vuelta.
RC: –Era una bala de 9 mm. 
ML: –La ví.
RC: –Por eso, encontrarte a vos, es un disfrute. 
ML: –Cuando Carlos y vos entran al Salaberry, yo estaba operando a otra persona en el quirófano. Y me vienen a avisar. "Doctor, está el padre Mugica y otro más, heridos de bala." El Salaberry era un hospital de guerra. El quirófano funcionaba las 24 horas. Lo que pasaba en la Ruta 3, de allá hasta Bahía Blanca, iba a parar al Salaberry. Y siempre teníamos trabajo. Yo estaba en la guardia del sábado de 24 horas. Lo primero que aparecía cuando uno entraba al hospital era la guardia. Y los sábados estaba llena de gente. A la izquierda estaba la sala de hombres y a la derecha la de mujeres. Había una sala de espera y después una sala enorme con camas una al lado de la otra donde estaban los internados en la guardia.
RC: –¿Pero vos qué tenías?, ¿veinte años?
ML: –Tenía 32 años. Me recibí a los 21. Estaba acostumbrado a recibir heridos y gente en mal estado. Yo estaba en el servicio de tórax. El jefe era Ayas y era muy exigente, un maestro del alma, discípulo de Finocchieto.
RC: –Perdón, te interrumpí.
ML: –Cuando terminé de operar, salgo y lo veo a Carlos y te veo a vos. A vos te iba a drenar el tórax otro. Y Carlos me dijo "No". 
RC: –Eso no lo recuerdo. 
ML: –Los dos estaban despiertos. Carlos se estaba confesando con un cura amigo. Cuando yo me lo voy a llevar, me dice: "No. Operalo a él." Le dije que sus heridas eran más importantes. "Yo no quiero que me operes a mí antes que a él", me dijo. Y como lo tuyo era corto, era sólo poner un tubo en el tórax y un drenaje, entonces lo hice.
RC: –No te puedo creer.
ML: –Más cristiano que decir "arreglalo a él antes que a mí, conmigo después vemos" es imposible. Eso es dar la vida por el otro. Él eso lo había hecho ya. Mil veces lo había hecho.
RC: –Y enfrentándose con quienes no lo querían para nada.
ML: –Al convencido no lo parás. Y más si es un convencido de cuestiones morales, de la Iglesia. Es una decisión de vida. Y él la llevó a cabo hasta el final.
RC: –Eso no es humano.
ML: –Mirá, Carlos estaba lúcido. ¡Tenía una lucidez! La persona que está pensando, desde el punto de vista humano, en su muerte, no dice "Operalo a mi amigo." Sólo piensa que termine lo que está pasando.
RC: –Lo que contás me da más culpa, Marcelo. Carlos tendría que haber vivido, no yo.
ML: –¡No! Él no tenía las condiciones para vivir. Si vos tenías un 15% de probabilidades de morir, el tenía 98. O 99. Yo te la saco la culpa. ¡No te enojes con tu destino!
RC: –Cuando a mí me dice "fuerza, Ricardo, que salimos", lo balbucea. Por eso me sorprende que me digas que estaba tan lúcido. Cuando íbamos en el auto, él no gritaba.
ML: –Vos deberías tener dos impactos.
RC: –Cuatro.
ML: –Bueno. Carlos tenía 14. Era un colador.
RC: –¡Qué bueno es conocerte! Ya creo que estoy para dar las hurras. Doy las hurras y me voy. Yo no sabía todo esto que contás. Y eso que yo estaba bien. Lo único que me acuerdo es que en un momento yo tenía la respiración chiquitita así. Como pequeños jadeos.
ML: –A vos el tubo te lo pusimos en el consultorio. Primero te dimos anestesia local. Después me fui al quirófano con Carlos.
RC: –Y ya estaban los tipos adentro.
ML: –Era un mundo de gente. Todo el quirófano lleno de gente que no conocía.
RC: –¿Y vos no podías decir que salgan?
ML: –Normalmente el cirujano hace un gesto, y todo el mundo se va. Sin hablar. Pero ese día no. Había una banda de mafiosos adentro del quirófano que lo único que buscaba era la certificación de la muerte de Carlos. Si él se salvaba y quedaba en el hospital, le podrían haber hecho mil cosas. Más inseguro que el hospital no había nada. El objetivo era que Carlos no estuviera más. Que se acabara.
RC: –¿Y cuánto tiempo estuviste operándolo?
ML: –Más o menos dos horas.
RC: –Nosotros entramos a las 8. No sé lo que tardamos en llegar porque íbamos en un Citroen 12V. No sé lo que tarda en llegar. Atrás iban el cura (Jorge) Vernazza, María del Carmen (Artero) y Carlos. Adelante, el chofer y yo.  
ML: –¿Y después cómo engancharon que eran (Rodolfo Eduardo) Almirón y (Juan Ramón) Morales los que dispararon?
RC: –Porque yo lo conocía a Almirón del Ministerio de  Bienestar Social. Lo que no pude ver es el arma, porque ese día llovía y el arma estaba tapada por el piloto. 
ML: –¿A Carlos lo mató Almirón?
RC: –Sí. A mí me dispararon desde otro frente. Había más. Y todos se subieron a un Chevy y se fueron arando. Ahora, si vos me decís que en el Salaberry había 300 tipos, entonces ya sabían. Se fueron para allá.
ML: –Yo estaba abstraído de todo lo que pasaba más allá de la camilla. Empecé a recapitular después de la muerte de Carlos, al rato que salimos del quirófano. El hospital era un gentío. Nunca un herido había convocado semejante cantidad de gente.
RC: –¿Cuándo te enteraste vos de que era Carlos?
ML: –Alguien entró al quirófano a avisarme que estaba Carlos Mugica. El era un tipo admirado por mí. Yo he trabajado toda la vida en barrios. En Bella Vista atendía el barrio Santa Ana con unas monjas que eran una maravilla.
RC: –¡Qué cosa que no me acuerdo de cuando me pusiste el tubo!
ML: –Es que con estrés te bancás todo. En la guerra se amputaba con estrés.
RC: –Sí, pero esto no era la guerra.
ML: –¡Pero lo que te tocó a vos, en lo personal, sí! Vos no tenías armas.
RC: –Yo no sé manejar un arma. Nunca la manejé y siempre les tuve miedo. Carlos tampoco manejaba armas. Jamás.
ML: –Esto que pasó, que hablamos 40 años después, es lo más trascendente que me pasó en mi vida de médico. Y durante mucho tiempo yo no lo pude ni contar.
RC: –Yo no lo sabía.
ML: –No lo sabía nadie.
RC: –Y mirá en qué momento me lo viene a contar. Ahora que se está poniendo otra vez de moda la teoría de la Triple A y Montoneros.
ML: –Pero uno vivía en una sociedad dividida. Dentro de la sociedad y hasta de la familia, había gente que veneraba al padre Mugica y otros que estaban contentos de su muerte. Otra cuestión es que yo nunca tuve acceso a la historia clínica ni al parte quirúrgico. El punto es que en un hospital de heridos, después de que atendías a una persona que llegaba en esas condiciones, te pasabas la vida desfilando por los juzgados.
RC: –¿Nunca te llamaron a declarar?
ML: –Nunca. La policía veía el parte, o la historia clínica, y te llamaba a declarar. Entonces el médico tenía que ir a contarle al juez. Después llegaba un médico legisla que ponía tribunales y preguntaba por qué no se había hecho esto o aquello. El punto es que cuando vos tenés en la camilla del quirófano un tipo que se está muriendo, lo primero que tenés que hacer es tratar de que no se muera.
RC: –Y a vos nunca te llamaron.
ML: –A mí me gustaría ver una copia del parte quirúrgico. Pero lo más probable es que hayan secuestrado la historia clínica. Hoy, en 2014, es imposible sacar una historia de un hospital si no tenés una orden judicial. En ese momento no existía nada de eso.
RC: –Pero el parte lo hiciste.
ML: –¡Sí! Y la historia también. Por eso esperaba que me llamaran a declarar. Siempre después de un herido de bala, un accidente, un muerto, tenés que pasar por el juez. Además, era un hecho muy trascendente. Nunca me llamaron para nada. El hospital quedó muy connmocionado.
RC: –Quiere decir que esto estaba todo concatenado.
ML: –Repasando la historia me preguntaba, ¿por qué había tanta gente? Porque querían certificar la muerte. No había ningún objetivo en ese momento.  
RC: –¿Y no te acordás de ninguna cara?
ML: –Era un mundo de gente. Es más, toda la guardia quedó conmovida. Carlos Mugica era una persona muy conocida.
RC: –Carlos era tremendo. Era muy hábil, era muy carismático. Como cura, llegaba hasta lo más hondo y como tipo era genial. Íbamos a comer afuera, no nos cobraban. La gente por la calle lo paraba. Todos tenían algo para decirle o lo querían saludar. La gente estaba muerta con él. Y las mujeres también. Cuando entramos al hospital, estábamos los dos con las patas para adelante. Adelante nuestro estaba el quirófano.
ML: –Cuando salí de operar, los dos ya tenían las cosas básicas. Radiografía de tórax, grupo sanguíneo y las vías de suero. Las personas que se metieron al quirófano llegaron después que llegaron ustedes.
RC: –Es que entre que vos salís del quirófano y entra Carlos, ahí se habrán metido las personas. No tengo ni idea el tiempo que pudo haber pasado.
ML: –Calculá media hora. Entre que yo te veo a vos y a Carlos, ya haría por lo menos media hora que estaban en el hospital. Estaban los dos conscientes. Lo tuyo habrá llevado 20 minutos. Yo quisiera encontrarme con el parte quirúrgico.
RC: –¿Hablaba bien?
ML: –Te repito, para que una persona ceda su lugar a otro, tiene que estar más que lúcida. No es algo del orden inconsciente. Puede ser inconsciente en una mamá que cede su lugar al hijo porque piensa en él las 24 horas. Lo más probable es que intuía su muerte.
RC: –No creo.
ML: –Las personas intuyen, Ricardo. No se equivocan en eso.
RC: –Yo sentí la muerte cuando tenía la respiración "cortita". ¿Carlos tuvo la respiración así?
ML: –No. Él entró consciente a la sala de operaciones. Nadie cede su lugar en el último escalón.
RC: –¿Vos sabías que se moría?
ML: –Sí. No había forma de solucionarlo. Hoy un herido así entra a una institución que tiene el recurso de tener una bomba de circulación extracorpórea y probablemente se salve.
RC: –¿El corazón de Carlos estaba dañado?
ML: –Sí.
RC: –Cuando Almirón le tiraba, Carlos se empezó a deslizar por la pared. Le tiraba de arriba para abajo. Por eso no tenía la cara dañada. ¿Tenía algún tiro en la espalda?
ML: –Tenía todos disparos de salida. A él lo balearon de frente.
RC: –Yo pienso que la manera de entender a Carlos es entender su bondad.
ML: –Yo siempre tuve la sensación de haber operado a un santo. Y lo que hizo Mugica en ese momento fue un acto de amor. Eso es dar la vida. Es dar todo.
* Autora de la biografía
“El inocente, Vida, pasión y muerte de Carlos Mugica”

domingo, 11 de mayo de 2014

La megacausa y la declaración sobre el asesinato de Múgica

El fantasma de la Triple A

El juez Oyarbide emitió una declaración en 2012 en la que establece que el asesinato fue realizado en 1974 por Fernando Almirón, por órdenes de la AAA. Los testimonios, cómo reconocieron al asesino, el marco de la megacausa.

 Por Irina Hauser

Todos los sábados al anochecer, Carlos Mugica daba misa en la iglesia San Francisco Solano de Villa Luro. Tenía la costumbre, previo a eso, de hacer una charla con las parejas que se estaban por casar en la que siempre les decía: “No es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección”. El 11 de mayo de 1974 repitió el ritual. Luego, cuando comenzó el oficio, en la última fila apareció un hombre que desentonaba con el lugar. Era un extraño en un barrio donde todos se conocían. Hubo vecinos y feligreses que lo describieron como una persona de facciones algo aindiadas, robusto, de pelo oscuro y bigote. Cuando Mugica estaba por salir de la iglesia lo llamó, “padre Carlos”, e inmediatamente comenzó a dispararle. Carlos Capelli, su amigo y colaborador, quien había ido a buscarlo para ir a un asado en la Villa 31, lo vio caer sentado contra una pared, mientras él mismo se desplomaba al recibir otros balazos.

La escena, nítida, surge de los relatos volcados en una resolución que firmó el juez Norberto Oyarbide el 12 de julio de 2012 en la que establece que “Rodolfo Eduardo Almirón fue el autor inmediato del homicidio de Carlos Francisco Sergio Mugica, en el marco del accionar delictivo de la Triple A”. En términos jurídicos es una declaración, no es una condena, porque Almirón había muerto tres años antes. El texto dice que, como el juzgado logró reunir las pruebas necesarias, decidió “declarar la verdad de lo que aconteció, y así brindar una respuesta a los familiares de la víctima y a la sociedad”.

Lo que determinó a Oyarbide a reactivar la causa penal fue que a fines de 2006 periodistas españoles encontraron a Almirón cerca de Valencia. El ex comisario llevaba 31 años allí. Había sido pilar de la organización terrorista que comandaba José López Rega desde el Ministerio de Bienestar Social durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón. Además, era custodio del Brujo. Fue extraditado en 2009 y estuvo preso hasta su muerte pocos meses después. La orden de captura original había sido librada en 1984, cuando fue procesado por asociación ilícita en concurso real con homicidio doblemente agravado. Ya se le adjudicaban los asesinatos del diputado Rodolfo Ortega Peña, del ex subjefe de la Policía Bonaerense, Julio Troxler, el de Silvio Frondizi y el de Mugica, unificados en el expediente sobre los crímenes de la Triple A, que sigue tramitando y llegó a sumar 680 hechos atribuidos a esa organización.

Capelli, quien tenía un vínculo de amistad con Mugica, colaboraba con él en sus actividades sociales en la Villa 31 y solía llevarlo y traerlo. Tanto su relato como el de otra amiga del cura, Helena Goñi, fueron centrales en el expediente judicial. Capelli tenía presente la cara de Almirón por haber acompañado a Mugica al Ministerio de Bienestar Social, donde hacía una suerte de asesoría ad honorem, ya que en algún momento había tenido la expectativa de poder hacer algo desde allí por los pobres. Goñi, en su testimonio, recordó que cuando el cura advirtió que en el organismo no existía el más mínimo interés por el tema, hizo una renuncia pública en la villa de Retiro ante una multitud, que fue transmitida por televisión. Allí explicó sus razones y pidió permiso para dar un paso al costado en nombre de ellos, los villeros. “Fue su sentencia de muerte”, dijo ella.

Los relatos de las personas más cercanas a Mugica en la causa reflejan que recibía amenazas de muerte por lo menos desde 1972. Llamados telefónicos (“sos boleta, te vamos a reventar”) y atentados, uno de ellos con una bomba en la casa familiar de la calle Gelly y Obes, donde en pisos distintos vivían sus padres y él. Desde sectores evidentemente cercanos al Ministerio de Bienestar Social y grupos de derecha se intentaba instalar la teoría de que lo amenazaba Montoneros, pero Mugica decía que tenía claro que era López Rega. Algo de esto se susurraba mientras lo velaban primero en la iglesia de San Francisco Solano y luego en la capilla Cristo Obrero de la Villa 31. Allí se habló hasta de Almirón. Por el terror que reinaba entonces, nadie se animó a señalarlo con nombre y apellido pero los relatos que hoy se asientan en el juzgado son coincidentes.

Capelli relató que ese sábado no había ido a la misa pero fue a buscar a Mugica para ir a Lanús y luego a un asado. Cuando abrió la puerta de la iglesia vio en la última fila a dos hombres, pero en el momento no advirtió quiénes eran. Cuando terminó la misa, entró a buscar al cura porque se les hacía tarde. Salió primero, y notó que alguien llamaba a Mugica. Caminó unos metros y escuchó la balacera. “A mí me tiraron del otro lado, yo caí mirando hacia el lado del padre Carlos, y conocí a la persona que estaba dentro de la iglesia. Esa persona continuaba disparándole. Lo conocí por la ropa. El padre Carlos quedó ahí sentado como fue cayendo, en el piso, y yo quedé a esa distancia, caído. A mí me dispararon de frente, es decir que fue otra la persona que me disparó. Supongo que era la persona que estaba con la anterior descripta en la iglesia, pero lo supongo porque no llegué a verlo. El que mató a Mugica fue Almirón”, testimonió Capelli.

Según varios testigos, los asesinos huyeron en un Chevy verde claro. A Capelli y Mugica los subieron a un Citroën, y el cura de la parroquia de Villa Luro, Jorge Vernazza, y una amiga de ellos, Carmen Artero, los llevaron al Hospital Salaberry. El médico de guardia dijo que Mugica había recibido cinco disparos en el abdomen, tórax y el brazo izquierdo, mientras que Capelli tenía uno en el tórax. Mugica murió allí. A Capelli lo llevaron al Rawson, donde tuvo catorce intervenciones en dos días.

Además de los testimonios más directos, el juez Oyarbide tuvo en cuenta dos relatos iniciales de la causa: el del ex militar Salvador Horacio Paino, quien trabajó con López Rega y exhibió una nómina del Ministerio de Bienestar Social de personas a ejecutar por la Triple A, entre ellas Mugica; y el del edecán de Presidencia Tomás Eduardo Medina, quien dijo que había escuchado a Miguel Angel Rovira y a Almirón decir sobre el cura “lo vamos a hacer boleta” días antes de que lo asesinaran.

Oyarbide declaró en marzo de 2008 que los crímenes de la Triple A son de lesa humanidad, lo que confirmó la Cámara Federal. El fiscal de lo que devino en megacausa es Eduardo Taiano. La declaración sobre el asesinato de Mugica es una ínfima parte. La investigación tardía tramita con las reglas de un viejo Código Penal, por eso no habrá un juicio oral propiamente dicho sino una etapa de plenario que estará a cargo de María Servini de Cubría. Están presos para terminar de ser juzgados Jorge Héctor Conti, Norberto Cozzani, Carlos Alejandro Gustavo Villone, Julio José Yessi y Rubén Arturo Pascuzzi. Además de Almirón, murieron su suegro, el ex comisario Juan Ramón Morales (también custodio de López Rega), y Felipe Romeo, quien dirigía El Caudillo, órgano de difusión de la Triple A.

jueves, 14 de febrero de 2013

Documentos de inteligencia: JSP de Moyano participaba de operativos con los militares



JSP de Moyano participaba de operativos con los militares

24 de mayo de 2012
• Documentos de inteligencia: JSP de Moyano participaba de operativos con los militares

Los 70: Documentos de Inteligencia revelan que miembros de la JSP de Moyano realizaban operativos conjuntos con las FFAA contra “Subversivos” en Mar del Plata (1975) y fueron protegidos por las FFAA el dia del golpe de 1976

Por Carlos Petroni
• Moyano, amigo y aliado de los militares del genocidio

Documentos de inteligencia de la Prefectura Naval y el Comando Naval de la zona de Mar del Plata, que obtuvimos en nuestras investigaciones y que publicamos con este artículo, muestran que miembros y cuadros de la Juventud Sindical Peronista (JSP), liderada en esa ciudad por el hoy Secretario General de la CGT, Hugo Moyano y Miguel Landín (que fue hace pocos años diputado provincial), Alejandro Alfredo Escobedo y otros, participaban y colaboraban en operativos “antisubversivos” por lo menos desde 1975. (Ver más abajo documento de Inteligencia de Prefectura del 21 de Febrero de 1975)

Otros documentos de inteligencia, también en nuestro poder, demuestran la continuidad de las relaciones entre la JSP y los militares que se ejemplifica en que el día del golpe de estado, el 24 de marzo de 1976, fueron detenidos varios miembros de la JSP, algunos como Escobedo a quien se identifica en los informes como “vinculado a los grupos armados de la JSP” liberado pocos días después “por falta de mérito.” (Ver documento de Inteligencia que da la lista de detenidos del 24 de marzo de 1976 y su destino posterior, algunos de cuyos extractos publicamos aquí).

Documentos de Inteligencia. Extractos con listas de detenidos el dia del golpe del 24 de marzo de 1976 muestran que algunos detenidos de la JSP ese día, incluyendo Escobedo fueron liberados en forma inmediata. Para ver una ampliación de estas imágenes clicke aquí, para leer como se informa que Escobedo fue rapidamente liberado a pesar de indicarse que pertenecia a "grupos armado de la JSP" junto a otro miembro de la la Juventud Sindical Peronista y aquí, donde se muestra la pronta liberacion del tesorero del gremio de Panaderos, uno de los participantes de operaciones conjuntas con miembros de las FFAA con anterioridad al golpe. Clicke aquí para leer la tapa del informe reservado

Otros detenidos de la JSP del 24 de Marzo de 1976, incluidos algunos de los que participaron en operativos como el que reseñamos en esta nota, que al momento de ser detenidos portaban armas de guerra, fueron inmediatamente dejados en libertad por los militares. Esa connivencia mutua se extendió durante la dictadura.

1975: El caso de la captura de Víctor Francisco Paz por los militares y la JSP

En uno de los documentos que publicamos junto a esta nota, un informe de inteligencia de Prefectura Naval fechado el 21 de febrero de 1975, y firmado por el Subprefecto Bernardino M. Nieto, Jefe de la Sección de Información, se narra como cinco miembros de la Juventud Sindical Peronista del gremio de panaderos, alineada con Moyano, Landín y Escobedo suministraron información sobre un supuesto colaborador del ERP y solicitaron y obtuvieron la autorización militar para participar de allanamientos y la detención del Cabo 2do. de Comunicaciones de la Armada Víctor Francisco Paz.

Documento de Inteligencia de Prefectura del 21 de Febrero de 1975 donde se indica la participacion de cinco miembros de la Juventud Sindical Peronista en un operativo de represion para capturar e interrogar a un sospechoso de ser "subversivo" y presunto colaborador del ERP. Clicke aquí para ver las imágenes ampliadas

Paz era presuntamente desertor de la Armada y planeaba – según la JSP y la Inteligencia – entregar documentación secreta de la Base Naval al Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP).

En los documentos de inteligencia, se describe como un militante del “Peronismo Ortodoxo” recomendó a un informante que se pusieran en contacto con la inteligencia militar y lo puso en contacto con la JSP para que interviniera en el asunto junto a los militares.

La operación, que consto de allanamientos a moradas de sospechosos, termino con la detención del Cabo Paz y otra persona.

Aparentemente la inteligencia militar, después de los interrogatorios de rigor, expreso dudas acerca del carácter de las actividades del Cabo Paz, de quien informan, además, que tiene varios procesos abiertos por mala conducta y hasta una violación que estaban siendo investigadas en la Armada.

Según el informe, el cabo Paz tenia 17 sanciones disciplinarias que totalizaban 157 días de arresto y en sus fojas había un pedido del oficial Páez pidiendo su baja de la Marina con fecha, 1973, dos anos antes de su detención. También se incluyen otros informes y sanciones a Paz del ano 1974 (firmado entre otros por el Jefe de Comunicaciones Manuel Riveriro).

Entre los efectos incautados al Cabo Paz se encontró una libreta de anotaciones con listas de equipo electrónico de la Base Naval, planos, listas de militares y de equipos de comunicación disponibles en la unidad.

Al ser detenido, indica el informe, se interrogo a Paz en el propio vehiculo de la Armada donde era transportado. No existen indicios posteriores de que paso con el sospechoso ni cual fue su destino final.

Los anales de la inteligencia militar y naval de la ciudad de Mar del Plata están repletos de información de este tenor. La colaboración de la JSP y otras organizaciones de ultra derecha con los militares en procedimientos, allanamientos, detenciones se prolongo durante por lo menos todo el periodo desde 1975 y posteriormente, bajo la dictadura instaurada en 1976.

Es por eso que resulta increíble que esa documentación no se haga publica y no se utilice en los casos de juzgamiento de crímenes de lesa humanidad, sino solo selectivamente. Esos archivos contienen nombres, apellidos y circunstancias de operativos militares y navales, así como de cuales organizaciones políticas y activistas, como en este caso, colaboraban activamente con la represión.

Una breve historia de relaciones peligrosas

Moyano era por entonces, 1975, no solo dirigente de la JSP, sino miembro de la Comisión Directiva de la CGT local (de la que seria mas tarde también su secretario general); Landín era Secretario Adjunto de la central sindical y Escobedo revistió, entre otros cargos, como Secretario de Prensa tanto de la JSP como de la CGT local.

Resultaría imposible que las actividades, narradas mas arriba donde participaban integrantes de su organización no estuvieran en el conocimiento de estos dirigentes, mas aun cuando se emitían comunicados precisamente alentando este tipo de “colaboración.” Y por el rígido verticalismo imbuido en esas organizaciones de ultraderecha,

La JSP local había sido fundada en Mar del Plata en 1971 por Moyano y Landín quienes además eran sus delegados a la dirección nacional de la organización creada por el entonces Secretario General de la CGT nacional, Ignacio Rucci. La JSP tenia como una de sus funciones principales el “identificar y detener Montoneros” en el ámbito fabril y laboral, que anunciaban como propósito en solicitadas y comunicados públicos. (Ver nota del Diario La Capital de Mar del Plata “La JSP se abocara a la Identificación y Captura de los Montoneros, 12 de Setiembre de 1974)

Diario La Capital de Mar del Plata “La JSP se abocará a la Identificación y Captura de los Montoneros, 12 de Setiembre de 1974. La JSP dirigida por Moyano hablaba publicamente de su tarea represiva.Clicke aquí para ver la imagen ampliada

A pesar de que en el sindicalismo marplatense de esos anos se enfrentaban dos facciones de dirigentes ortodoxos del Peronismo por cuestiones de poder, a la hora de realizar operativos contra la izquierda o la izquierda peronista, coordinaban los dos bandos sus acciones.

La otra tarea de la JSP era crear una corriente intersindical para neutralizar al neo-Vandorismo, dirigido por el metalúrgico Lorenzo Miguel, bajo ordenes del General Perón que desconfiaba de la lealtad de esa vertiente sindical desde que su fundador Augusto Timoteo Vandor postulara un “Peronismo sin Perón” en la década del 60.

Cualquier observador de la realidad nacional no puede dejar de advertir la similitud de esas tareas de la JSP de los 70 con las que desarrolla la reanimada JSP de estos días, creada por Pablo Moyano y el hijo de Ignacio Rucci, y hoy a cargo de Facundo Moyano, flamante diputado del Frente para la Victoria (FPV).

Vandor fue ejecutado en la sede de la UOM el 30 de junio de 1969 por un auto denominado “Ejercito Nacional Revolucionario” compuesto por activistas que luego serian parte de Montoneros.

Las vinculaciones entre la JSP y la CNU-Triple A

Sugestivamente, la JSP y la CGT marplatenses estaban estrechamente vinculadas a la Concentración Nacional Universitaria (CNU), una organización terrorista de ultra derecha que actuó como el brazo marplatense de la Triple A, reconocida por la justicia como ejecutores de crímenes de lesa humanidad.

El jefe de la CNU entre 1971 y 1974, ano en que fue asesinado por un comando guerrillero era el Dr. Ernesto Piantoni, que a su vez era el asesor letrado de Moyano y la propia CGT local. La JSP y la CNU locales actuaban en común acuerdo, publicaban solicitadas conjuntas y ejercitaban la violencia en forma coordinada.

Tanta era la coordinación entre la JSP y la CNU, además del Sindicato de Camioneros y otros, que en 1975 un grupo de ellos coparon la sede local de la CGT para dar un golpe de estado contra el secretario general de aquella época, el dirigente del SUPE Comaschi. El grupo armado puso provisoriamente a cargo de la central de trabajadores a una “Comisión de 10” sindicatos entre los que se encontraba el Sindicato de Camioneros dirigido por Moyano.

La disputa se centraba en relación a la verticalidad que había que sostener en relación al gobierno nacional de Isabel Perón que se hallaba en un enfrentamiento con el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el metalúrgico Victorio Calabró, que para fines de 1975 promovía posiciones abiertamente golpistas contra el gobierno nacional.

La pelea entre los dirigentes locales de la CGT fue posteriormente resuelta mediante negociaciones entre los diferentes sectores de la burocracia sindical que abrió el paso para que el propio Moyano asumiera eventualmente la secretaria general de la CGT marplatense.

Según informes de inteligencia de la Prefectura Naval, el único que resistió el acuerdo fue el dirigente del gremio de viajantes, Mario Cámara, que había dirigido el copamiento armado de la central sindical. Cámara era reconocido como un hombre de acción, miembro y colaborador a la vez de la CNU y con estrechos lazos con la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN). (Ver Informe Secreto – Memoria Anual 1975 – Sección Información de la Prefectura Naval Argentina – Fecha: 12-12-75)

Informe Secreto – Memoria Anual 1975 – Sección Información de la Prefectura Naval Argentina. En el capitulo destinado a hacer una sintesis de la situacion interna de la CGT dirigida ppor fracciones enfrentadas de la "ortodoxia" y la ultraderecha Peronista. Clicke aquí para ver las imágenes ampliadas del informe

Después de la muerte de Piantoni en 1974, le sucedió al mando de la CNU/Triple A, de acuerdo a fuentes judiciales, el Dr. Gustavo Demarchi, quien llego a ser Fiscal Federal de la ciudad, asesor de la Universidad local, abogado de la CGT y de Moyano y finalmente el candidato a Intendente del PJ en 1983 con el auspicio y apoyo del por entonces también Presidente del PJ local: Hugo Moyano.

La causa abierta por crímenes de terrorismo de estado en Mar del Plata

Demarchi y cerca de una docena de miembros de la CNU están siendo hoy procesados por crímenes de lesa humanidad por la Justicia Federal de Mar del Plata en la causa 13793. Casi todos los acusados en esta causa estuvieron estrechamente ligados a los ámbitos de la Universidad Provincial, que dirigían a partir de 1974, a los sindicatos y la CGT locales donde también actuaron con muchísima influencia y dirección entre 1971 y 1976 y a la Fiscalía Federal de la ciudad que era dirigida por el propio Demarchi.

Esta acción penal por Asociación Ilícita y Delitos de acción Publica fue abierta después que el juez Norberto Oyarbide se declarara incompetente para juzgar los crímenes de la CNU ya que reconoce el carácter de crímenes de lesa humanidad de la misma, pero no admite que estuviera subordinada a la Triple A, causa que se mantiene inactiva y a su cargo hace anos, a pesar de abundante evidencia en contrario.

Estos crímenes, asesinatos y secuestros que son investigados, solo comprende a los cometidos entre 1975 y 1976, que investiga el Juez Santiago Inchausti, son solo una muestra de los actos de terrorismo de estado cometidos en Mar del Plata por la Triple A.

Demarchi espera en una cárcel común de Colombia su inminente extradición, ya que al hacerle conocer fuentes judiciales de su inminente detención hace más de un ano, se fugo del país.

A pesar del creciente volumen de evidencia sobre las relaciones entre la CNU/Triple A, dirigentes y organizaciones gremiales de entonces y el aparato político del PJ local, y a pesar de existir indicaciones de la Cámara Federal de Mar del Plata en el sentido de al menos investigarlas, el juez Inchausti y el fiscal asignados a la causa 13793, parecen negarse a expandir la investigación que podría complicar a personajes poderosos del sindicalismo y la política actuales.

En ese sentido, la apertura publica de todos los informes de inteligencia militares y navales, de la Prefectura, PFA, SIPBA y otras agencias similares (que se mantienen intactos) ayudaría a dilucidar cientos de crímenes e imputar a muchos de sus responsables. Solo una decisión política de proteger a potenciales culpables puede explicar el secreto que rodea a esta documentación. ■

martes, 23 de octubre de 2012

Los Juárez y la Triple A


El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Santiago del Estero le tomará mañana declaración testimonial en su domicilio a Mercedes "Nina" Aragonés de Juárez, en el marco del juicio que se le sigue a diez represores por delitos de lesa humanidad. La testigo deberá responder acerca de sus vínculos con José López Rega y el papel desempeñado por la Triple A en los grupos de tareas locales, ya que ella fue subsecretaria de Acción Social mientras su marido ejercía la gobernación entre 1973 y 1976.

La decisión se tomó porque la ex mandataria provincial (de 86 años) no se presentó la semana pasada para responder preguntas de los magistrados y de las partes, debido a que un médico certificó que padecía problemas de salud, básicamente de índole psicológicos.

Por esa razón, se optó por evitar su desplazamiento al Juzgado Federal desde "La Rosadita", ubicada en el barrio Centenario de esta capital, para cumplir con esa citación, que fue promovida por la defensa técnica de Musa Azar, exsubsecretario de Informaciones justamente durante el mandato de "Nina", y uno de los acusados por la desaparición forzada de 44 personas.
El plan represivo en Santiago del Estero comenzó a gestarse en el año 1972 y terminó de articularse en 1976. El plan de seguimiento y exterminio se hizo sentir en el año 1974. A lo largo de estos años fueron militares, policías y civiles quienes sembraron el terror en suelo santiagueño. Allí, precisamente, se encontraban los representantes de la Triple A, que recién a lo largo de muchos años y según varios testigos se llegó a conocer sus nombres: José Marino y Oscar “El Boxeador” Niss. 

Uno de los primeros en confirmar esa versión fue Juan José Velasco, ex delegado de la SIDE en Catamarca, quien declaró en el año 1984, en la causa abierta por el secuestro y desaparición del ingeniero Bugatti. 

“En Santiago del Estero existía un grupo encargado de control político, ideológico y hubo una planificación de las acciones para contrarrestar el ‘accionar subversivo‘. El grupo estaba dirigido por Marina Aragonés, Musa Azar y otros”. 

Guardaespaldas 
También agregó: “En ese grupo se encontraban dos personas, integrantes de la Policía Federal Ferroviaria, traídas por Carlos Juárez como guardaespaldas”. 
Este grupo fue el responsable de las amenazas de muerte que durante el año 1974, en el nombre de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), se realizaron contra personas.

Hubo varias amenazas
Algunas de las personas que habrían recibido amenazas de Marino y Niss, integrantes de la Triple A, fueron el doctor Ricardo Cheble o bien el ex diputado provincial Guillermo Miguel, actualmente desaparecido. 
Otra de las personas que aportó datos sobre el accionar de la Triple A fue precisamente Avila Otrera. Este hombre declaró en el juicio por la “Megacausa”. 

Fue perseguido 
En dicha ocasión, reveló que fue perseguido y amenazado por integrantes de la Triple A. 
Incluso, recordó un hecho particular dentro de un bar ubicado a pocos metros del Banco Nación, cuando dos personas ingresaron a pedir “datos” sobre Avila Otrera y luego se retiraron sin dar explicaciones. 
“A mí me siguió la Triple A”, expresó en el juicio por la “Megacausa”.

Aragonés de Juárez fue detenida el día en que se produjo el golpe militar, el 24 de marzo de 1976, y permaneció detenida en el Penal de Mujeres hasta diciembre de ese año. Cuando fue liberada, de inmediato viajó a España, país en el que se había exiliado su esposo.

domingo, 7 de octubre de 2012

Procesamiento firme para dos asesinos de la CNU


El indio Castillo y Pipi Pomares. Los jueces Julio Víctor Reboredo y Carlos Román Compareid confirmaron los procesamientos.

Se trata de Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio y Juan José Pomares (a) Pipi, imputados por secuestros y asesinatos cometidos al amparo del Estado.
Los asesinos Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio y Juan José Pomares (a) Pipi sufrieron un duro revés en sus intentos por evitar el castigo que merecen por los crímenes cometidos mientras formaban parte del grupo terrorista paraestatal Concentración Nacional Universitaria (CNU), entre mediados de 1974 y fines de abril de 1976. La Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, con la firma de los jueces Carlos Román Compareid y Julio Víctor Reboredo, confirmó sus procesamientos por los secuestros y asesinatos de gremialistas y militantes populares cometidos en tres operativos parapoliciales realizados en febrero y abril de 1976.
En el fallo, los camaristas consideraron probada prima facie la participación de Castillo en los hechos que tuvieron como víctimas a Carlos Antonio Domínguez (secuestrado y asesinado), Roberto Fiandor (secuestrado que logró escapar), Leonardo Guillermo Miceli (secuestrado y asesinado), Néstor Hugo Dinotto (secuestrado, torturado y asesinado), Graciela Herminia Martini (secuestrada, torturada y asesinada), Daniel Hugo Pastorino y Adelaida Úrsula Barón (secuestrados, sometidos a un simulacro de fusilamiento y liberados). Pomares, por su parte, está procesado por los últimos cuatro casos.
Además, al confirmar el procesamiento, los jueces Reboredo y Compareid enmarcaron los crímenes cometidos por Castillo y Pomares –junto con otros integrantes de la CNU cuyos nombres ya han sido publicados por la investigación de Miradas al Sur– como delitos de lesa humanidad y, por lo tanto, imprescriptibles. “Existen razones generadas por la prueba reunida en esta causa –a la cual se ha referido extensamente el señor juez de grado (se refieren a Arnaldo Corazza)– para pensar que integrantes de uno de estos grupos paraestatales ilegales, posiblemente de la CNU, tuvieron intervención en los delitos investigados, los cuales fueron cometidos de manera planificada y de acuerdo con una política de persecución y eliminación de personas alentada o tolerada por el propio Estado”, señalaron.
Las reconstrucciones de los tres operativos parapoliciales por los cuales los jueces confirmaron los procesamientos de Castillo y Pomares también han sido publicadas con anterioridad en Miradas al Sur por los autores de esta investigación.

Asesinato de un gremialista. Carlos Antonio Domínguez, presidente de la Agremiación de Empleados por Reunión del Hipódromo de La Plata, fue secuestrado por la CNU la madrugada del 12 de febrero de 1976 en su domicilio de la calle 12 N° 533, de esa ciudad (ver nota “Domínguez va a ser boleta”, del 19 de junio de 2011). Poco antes, el mismo grupo de tareas había irrumpido en la casa de Roberto Fiandor, vocal del gremio, quien luego de ser reducido por imperio de las armas fue encerrado en el baúl de uno de los dos Ford Falcon utilizados en el operativo.
Con sus dos víctimas a bordo, la caravana se dirigió a la ruta provincial que conduce a la localidad de Magdalena, ubicada al sur de La Plata. En un punto del trayecto, Fiandor logró forzar desde adentro la cerradura del baúl del segundo Ford Falcon y arrojarse al pavimento. Milagrosamente ileso, emprendió una rápida carrera a campo traviesa sin ser alcanzado por las balas disparadas por varios integrantes del grupo parapolicial. A partir de entonces, vivió oculto y atemorizado, sin hablar del hecho durante décadas. Domínguez, trasladado en el asiento trasero del primero de los autos, no tuvo oportunidad. Su cadáver fue hallado a las 11 de la mañana cerca del paraje conocido como “La Viruta”, a la vera de la ruta provincial 20, que une La Plata con Magdalena. Según pudo reconstruir Miradas al Sur, fue asesinado con un disparo de Itaka por la espalda realizado por Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio. Luego, el resto de la banda descargó sus armas sobre el cuerpo ya inerte del gremialista. En la autopsia se señaló que había sido impactado por más de 50 balas.
Los autores de esta investigación han identificado a la mayoría de los participantes del operativo de la madrugada del 12 de febrero de 1976. Además de Castillo y Pomares, el grupo de tareas de la CNU estuvo integrado, entre otros, por Dardo Omar Quinteros, Antonio Agustín Jesús (a) Tony, Martín Osvaldo Sánchez (a) Pucho, Alfredo Ricardo Lozano (a) El Boxer, Ricardo Calvo (a) Richard y Gerardo Blas (a) El Flaco.
La participación de Castillo está además probada por un elemento material. Al secuestrar a Domínguez, la patota también robó una serie de bienes del gremialista, entre ellos una máquina de escribir marca Engadinne 44 de 90 espacios, número de serie C94874. El 30 de abril de 1976, esa máquina fue hallada por la policía en la quinta que habitaba El Indio en la zona sur de La Plata, durante un allanamiento realizado luego de que la banda de la CNU fuera desactivada y varios de sus miembros detenidos por orden del jefe del Área de Operaciones 113, coronel Roque Carlos Presti, a quien el accionar por momentos indisciplinado de Castillo y sus hombres dejó de convenirle.

Cuatro militantes secuestrados. Néstor Hugo Dinotto, Graciela Herminia Martini, Adelaida Úrsula Barón y Daniel Hugo Pastorino fueron secuestrados la madrugada del 4 de abril de 1976, cuando circulaban por Villa Elisa, al norte de La Plata, en un taxi conducido por el último de ellos (ver nota “Cayó Pipi”, del 10 de julio de 2011). El taxi fue interceptado por dos o tres autos, desde los cuales los integrantes de la CNU dispararon contra las cubiertas para detenerlo. Los cuatro militantes de la izquierda peronista fueron obligados a subir a uno de los automóviles, un Peugeot 504 robado, en el que los condujeron a la esquina del Camino Centenario y la calle 422, donde se los sometió a un simulacro de fusilamiento.
“Después de ello –describe el fallo de los camaristas–, fueron llevados hasta una zona rural, en donde los secuestradores los amenazaron y sometieron a torturas a Dinotto y Martini, a quienes interrogaron sobre sus actividades políticas.” La investigación de Miradas al Sur pudo determinar que la “zona rural” a la que se refieren los jueces era en realidad una de las casas operativas del grupo de tareas de la Concentración Nacional Universitaria, más precisamente la vivienda del padre de El Indio Castillo, ubicada en diagonal 113 y 65, contra los fondos de la Facultad de Agronomía. Se trataba de una construcción que todavía existe, rodeada por una suerte de parque arbolado, donde la banda tenía una casa rodante. A esa tráiler fueron llevados, sucesivamente, Dinotto y Martini para ser torturados, mientras Pastorino y Barón permanecían en uno de los autos, vigilados por sus secuestradores, aterrorizados por las armas que les apuntaban y los gritos de sus compañeros.
Daniel Hugo Pastorino y su mujer, Adelaida Úrsula Barón, no fueron torturados y salvaron sus vidas debido a la llegada al lugar un miembro de la CNU que no había participado del operativo de secuestro. Este sujeto reconoció a Úrsula Barón, con uno de cuyos familiares tenía relación. Se produjo, entonces, el siguiente diálogo:
–¿Qué relación tiene usted con la familia Barón?
–Soy la hija menor –responde Adelaida.
–Vos sos hermana de alguien que tiene altos valores morales, de una persona recta, de bien. ¿Cómo puede ser que estés con estos asesinos? –dice el sujeto y, sin esperar respuesta, se da vuelta y les habla a los otros:
–A estos dos chicos no los tocan.
Treinta y cinco años después, el sentido de la escena quedará revelado con una explicación de Daniel Pastorino en el Juicio por la Verdad. “El hermano de mi ex mujer era militante nazi, pertenecía a Tradición Familia y Propiedad, era amigo de este hombre”, dirá. Y agregará: “Este hombre también era nazi, tenía una librería muy conocida en la ciudad”. La investigación de Miradas al Sur identificó al “librero nazi”: Patricio Errecarte Pueyrredón, también integrante de la CNU, propietario de la desaparecida librería La Barca, de diagonal 79 entre 55 y 56.
Poco después, Pastorino y Barón fueron liberados en una esquina de La Plata. “De nuestras caras se olvidan, no hablen con nadie de esto porque son boleta”, los amenazó Castillo antes de dar la orden de que los soltaran. Los cadáveres acribillados de Dinotto y Martini fueron encontrados la mañana siguiente en un descampado de City Bell.
Daniel Hugo Pastorino reconoció a dos de sus secuestradores: Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio y Juan José Pomares (a)Pipi. Los autores de esta investigación han logrado confirmar la participación de otros cuatro integrantes del grupo de tareas de la CNU, además de Errecarte Pueyrredón: Antonio Agustín Jesús (a) Tony, Alfredo Ricardo Lozano (a) El Boxer, Martín Osvaldo Sánchez (a) Pucho y Ricardo Calvo (a) Richard.

El delegado de Limpiolux. Leonardo Guillermo Miceli –estudiante de Ingeniería Química, militante montonero y empleado de Limpiolux, empresa dedicada a la limpieza de las instalaciones de Propulsora Siderúrgica, del Grupo Techint– fue secuestrado de su vivienda, en la calle 122 N° 1891, de La Plata, la madrugada del 19 de abril de 1976, por un grupo de personas fuertemente armadas que actuaron a cara descubierta (ver nota “El secuestro de Leonardo Miceli y el triste cabaret del Flaco Vela”, del 8 de abril de 2012).
Ana María Bossio, la mujer de Leonardo Guillermo Miceli, estaba en el dormitorio con su pequeño hijo cuando vio que una luz muy potente iluminaba el frente de la casa. Escuchó gritos y órdenes antes de que la patota derribara a golpes la puerta de entrada. Leonardo Guillermo Miceli intentó llegar hasta el dormitorio, en un reflejo inútil por protegerlos, pero los invasores –más de una decena de hombres jóvenes, de civil– se lo impidieron.
Poco después, Ana María Bossio escuchó el ruido de armas al ser amartilladas y luego una voz, deformada por un Handy, que ordenaba: “Móvil uno a móvil dos, ¡tiren al bulto y retírense!”. Cerró los ojos esperando escuchar los disparos, pero éstos no llegaron. “¡Vamos!”, gritó alguien desde la otra habitación. “¡Nos vamos!”, repitió el hombre al que después identificará como El Indio Castillo dentro del dormitorio. Antes de salir, le dijo:
–Boludita, si querés saber algo de tu marido, andá mañana en horario de oficina al Regimiento 7 y preguntá por él.
Apenas salieron del dormitorio, Ana María Bossio se levantó de la cama y, venciendo el terror, miró por la ventana. Alcanzó a ver cómo el grupo se repartía para subir a tres autos grandes con los motores en marcha. En uno de ellos llevaban a su marido.
Esa misma noche, el grupo de tareas de la CNU comandado por Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio secuestró también a Carlos Satich, compañero de Miceli en Limpiolux, y a Horacio Salvador Urrera, un militante gremial peronista a quien se la tenían jurada desde hacía años (ver nota “Crónica de un asesinato anunciado”, del 16 de octubre de 2011). Fracasarán, en cambio, al intentar el secuestro de Alberto Bossio, hermano de la mujer de Miceli y también militante de Montoneros.
Los cadáveres acribillados de Leonardo Miceli, Carlos Satich y Horacio Urrera fueron encontrados al día siguiente en aguas del arroyo Santo Domingo, en jurisdicción de Sarandí, una de las zonas liberadas de que disponía el grupo de tareas de la Concentración Nacional Universitaria para sembrar los cuerpos de sus víctimas.

Delitos de lesa humanidad. El fallo de los camaristas Carlos Román Compareid y Julio Víctor Reboredo es claro al definir como de “lesa humanidad” los crímenes por los que están procesados Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio y Juan José Pomares (a) Pipi. Se trata de un encuadramiento fundamental para que, finalmente, pueda hacerse justicia, ya que se trata de delitos imprescriptibles.
En los fundamentos, los jueces citan una serie de decretos del gobierno de María Estela Martínez de Perón –es decir, previos al golpe del 24 de marzo de 1976– que propiciaron el accionar de grupos paraestatales como la Triple A, el Comando Libertadores de América (que operó básicamente en la provincia de Córdoba) y la Concentración Nacional Universitaria (principalmente, en La Plata y en Mar del Plata). Entre ellos hay tres que resultan clave para identificar las operaciones de la CNU como parte del aparato terrorista de Estado durante el gobierno peronista. Se trata de los decretos 2770, 2771 y 2772 del 6 de octubre de 1975, que establecen expresamente que las Fuerzas Armadas podrán “ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”.
La investigación de Miradas al Sur pudo establecer que unos pocos días después de la firma de estos decretos la Concentración Nacional Universitaria pasó a depender operativamente del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército (ver nota “El día que la CNU recibió órdenes del Ejército”, del 13 de noviembre de 2011). Hasta entonces, el grupo de tareas de Carlos Ernesto Castillo había respondido a una cadena arbórea de mandos que incluían al gobernador de la provincia de Buenos Aires, el sindicalista de ultraderecha Victorio Calabró, y a la Triple A, a través de Aníbal Gordon. Sin embargo, tras la firma del decreto, en una reunión realizada en la sede del Sindicato de Papeleros de Bernal y relatada mucho después por uno de sus participantes, el suboficial de Inteligencia Omar Orestes Vaello, “el Ejército arregla directamente con los citados Miguel Angel Tarquini (jefe de la Zona Sur de la CNU) y Patricio Fernández Rivero (a) El Manco, jefe nacional de la CNU, la operativa militar de la organización bajo supervisión de Inteligencia del Ejército”. En otras palabras, el gobierno peronista le transfirió a las Fuerzas Armadas el comando de una de sus organizaciones terroristas que sostenía desde el aparato del Estado.
Volviendo al fallo de los camaristas, Reboredo y Compareid se explayan en las características del accionar de la CNU que muestran sin equívocos que forman parte de un aparato terrorista montado desde el Estado. “Cabe destacar que en los tres casos sometidos a la revisión de esta Alzada, los operativos fueron practicados por hombres vestidos de civil, fuertemente armados, que irrumpieron en las casas de las víctimas o interceptaron sus vehículos con la finalidad de llevarse a las personas previamente individualizadas, quienes a las pocas horas aparecieron muertas en lugares alejados de la ciudad. En los casos de Domínguez y de Fiandor se trató de un ataque conjunto practicado en la misma noche”, explican. Y agregan: “También se presentan en autos otras características comunes a este tipo de delitos, como son el gran número de hombres que intervienen en ellos, la utilización de varios automóviles y de poderosas armas de fuego, la garantía de impunidad dada por la liberación de zonas para actuar sin interferencia de las fuerzas de seguridad y la escasa actividad judicial”.
Además de confirmar los procesamientos de Pomares y Castillo, el fallo de la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata tiene, por extensión, una importancia que trasciende ampliamente los crímenes a los que se refiere de manera específica. Al caracterizar el accionar de la CNU como parte del aparato terrorista de Estado, antes y después del golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976, define la imprescriptibilidad –por tratarse de delitos de lesa humanidad– de todos los crímenes cometidos por esa organización.
Por Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal  -  dcecchini@miradasalsur.com